Cuando se produce la caída del Imperio Romano en Europa, comienzan a organizarse diferentes naciones independientes y empieza lo que los historiadores han llamado "época medieval", que se extiende aproximadamente desde el siglo V hasta el siglo XV. Fue un período de fuerte influencia de la Iglesia Católica, y la vida en general y las costumbres de la gente estuvieron muy marcadas por esta influencia.

El Imperio Romano cae por las invasiones de los pueblos germánicos, a quienes ellos llamaban "bárbaros", que aprovechan la ya debilitada situación del imperio para sitiar sus ciudades y conquistarlas. De modo que al formarse los primeros reinos de los pueblos germánicos, como los francos y los visigodos, las costumbres y formas de vestir y usar el cabello serán las traídas por ellos.

Los germanos daban mucha importancia al cabello. E incluso establecían jerarquías militares y sociales por el largo del cabello en los hombres. Anudaban su pelo en la parte superior de la cabeza para crear un rodete elevado que los hacía parecer más altos y más temibles en las batallas. Para ellos la peor humillación era perder el pelo. El cabello era un símbolo de poder y autoridad. A los esclavos y a los prisioneros de guerra los rapaban totalmente. El rapado de una cabellera era entre ellos un signo de sometimiento total.

Alarico I, rey de los visigodos, saqueó y ocupó Roma en el año 410, provocando la caída definitiva del Imperio Romano. A partir de ese momento, las costumbres de los pueblos germánicos comenzaron a popularizarse en toda Europa. A fin del siglo V, los francos con la dinastía merovingia ocuparon casi todo el continente, y fueron sucedidos por la dinastía carolingia, con la cual se inicia el Sacro Imperio Romano-Germánico. Los cabellos de todos estos reyes eran largos, y usaban barba. Cuando se forman los primeros reinos merovingios, en el siglo V, los reyes usan el cabello muy largo, y los que están bajo su autoridad más corto. Ese era el estilo entonces, que fue de a poco reemplazando al estilo pulcro y afeitado de los romanos. Los merovingios impusieron el estilo de sus pueblos originales, creando toda una verdadera jerarquía de acuerdo al largo del cabello. Una de las formas de impedir que algún descendiente (hijo o sobrino) acceda a pretensiones del trono, era cortarles el cabello. Eso los descalificaba por completo. Los monjes de la Iglesia Católica, que comenzaba a tener ya influencia en esas naciones, usaban una tonsura, es decir una calva redonda en la parte superior de la cabeza; la tonsura es un signo de sometimiento a una autoridad superior. Cuando estos gobernantes querían sacarse de encima a algún pariente indeseable en la corte, lo "tonsuraban" y lo mandaban a un monasterio. Clodión I, el más antiguo rey merovingio conocido, (390-450, aproximadamente) era llamado justamente "le chevelu" ("el cabelludo"), por tener el cabello más largo que sus predecesores.

ESTILOS DE CABELLO DE REYES MEROVINGIOS:

Cuando comienza el reinado de Carlomagno, en el siglo VIII, se establece una alianza muy fuerte con el Papa de Roma, y se crea el Sacro Imperio Romano Germánico. Carlomagno trata de traer a su imperio las antiguas costumbres romanas, y se comienzan a usar los pelos más cortos y prolijos y solamente bigotes. Las barbas y los pelos largos son considerados entonces símbolos de paganismo por la Iglesia. El cabello corto y bien peinado era un estilo mucho más "romano", opuesto al paganismo bárbaro de los períodos anteriores y más en sintonía con la cristiandad. El rey de Francia Luis II, obedeciendo un imperativo papal, se afeitó totalmente la cara y se cortó el pelo casi como un monje.

ESTILOS DE CABELLO DE REYES CAROLINGIOS:

Carlomagno (740-814) Louis II (846-879) Louis III y Carlomán (879-882) Louis V (967-987)

La Iglesia Católica comenzó por esas épocas a dictar reglas acerca del largo del cabello de los hombres, y de la necesidad de cubrir con velos el cabello de las mujeres. En el año 1073, el Papa Gregorio VII prohibió el uso de bigotes y barbas en el clero, y los clérigos a su vez comenzaron a dar instrucciones a la población laica recomendando afeitarse las barbas para ser un buen cristiano. Esto fue sin duda una forma de diferenciarse de la gente de otros cultos. En el año 1096 el Arzobispo de Rouen anunció que los hombres que usaran barbas serían excomulgados de la Iglesia. Un decreto eclesiástico similar fue emitido en Venecia en 1102. El rey inglés Enrique I accedió en 1130 a cortarse el pelo y las barbas, ante la presión de la Iglesia. A partir de allí y en los siglos sucesivos hasta el XV, fue raro ver barbas en los hombres. El corte de cabello se usaba no más largo de la nuca y casi todas las caras lucían afeitadas. Las imágenes de Guillermo el Conquistador, duque de Normandía y luego rey de Inglaterra, lo muestran sólo con bigotes, a pesar de que entre los normandos el uso de la barba era muy importante para diferenciarse los adultos de los jóvenes. A partir del siglo XI fue muy usado el "estilo paje", que era un corte con flequillo y el pelo curvado sobre las orejas hasta el cuello. En el famoso tapiz de Bayeux, una tela de 70 m. de largo, en Normandía, Francia, que data del siglo XI y narra la conquista de las islas británicas por los normandos franceses, se pueden ver imágenes de cómo los hombres usaban el cabello en esa época.

EL CABELLO DE LAS MUJERES EN EL MEDIOEVO:

Durante el primer período de la Era Medieval, que comprende desde el siglo V hasta el XI, el estilo de cabello de las mujeres fue usarlo largo, y muchas veces con trenzas. Durante casi todo el período medieval, el estilo de cabello femenino mostraba siempre la frente completa, hasta el punto que muchas mujeres se la afeitaban en sus bordes para aumentar su tamaño. La frente era entonces considerada una parte muy importante del rostro. Solían cubrirla con cintas adornadas con flores o piedras preciosas, pero no con cabello. El cabello femenino de por sí, durante este período, era considerado un rasgo erótico. Por lo tanto, las mujeres casadas lo cubrían con velos. El cabello de la mujer casada era incluso considerado legalmente como propiedad del esposo. Cerca del final del medioevo, la Iglesia Católica ejerció su influencia para que el velo fuera usado por todas las mujeres. Uno de los estilos más populares desde la mitad del período hasta el final era recoger las trenzas en rodetes a ambos lados de la cabeza, sobre las orejas, que eran sostenidos por tejidos hechos de hilos de oro o de seda. Otro estilo muy popular en los siglos XIII y XIV fue hacer tres o cuatro trenzas y recogerlas en la parte posterior de la cabeza, sosteniéndolas con una malla tejida y adornos. Al principio del período, las mujeres exhibían naturalmente sus cabellos, pero desde la mitad y hasta el final del medioevo, fue considerado indecoroso exhibir la cabellera en público. También usaban sombreros y bonetes altos para concurrir a la iglesia o a lugares públicos.

"LA MUJER QUE USA UNA PELUCA COMETE UN PECADO MORTAL"

Diciendo esto, San Bernardo de Clairvaux confirma, en el siglo XII, la posición de los primeros Padres de la Iglesia. Ellos denunciaban las pelucas como una invención del Maligno. San Jerónimo, -el autor de la Biblia Vulgata latina-, en el siglo IV, condenando el estilo de vida hedonístico, declara tales ornamentos no tolerados por la Iglesia e indignos del Cristianismo. Desde el 1er. Concilio de Constantinopla, las pelucas recibieron una condena como una grave ofensa a Dios. Clemente de Alejandría, dijo, en un momento, que quien usa una peluca en la iglesia, en el momento de recibir una bendición, debe tener en cuenta que la bendición se quedará en la peluca y no pasará a través de ella para llegar al que la usa. La gente de inmediato se quitó sus pelucas. San Gregorio de Nacianzo, como una prueba de la virtud de su hermana Gorgonia, decía: "a ella no le interesa el arreglo de su cabello, ni disimular su falta de belleza con la ayuda de una peluca ". Este punto de vista permanecería vigente por varios siglos.

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La Scuola Medica Salernitana (Escuela Médica de Salerno, en el sur de Nápoles, Italia) fue una institución de enseñanza médica, en el siglo XII, que había resumido en su conocimiento los antiguos tratados de medicina latina, griega, árabe y hebrea. Era considerada la escuela de medicina más importante de Europa en el Medioevo, y fue el antecedente de la universidad moderna. Una mujer por entonces asciende al honor de la cátedra de medicina: la famosa Trótula di Ruggiero. Hija de una noble familia de Salerno, pronto su figura fue célebre en toda Europa y hasta hoy tiene matices legendarios. Trotula dejó escritos importantes tratados de medicina, especialmente dedicados a la mujer, e incluso fue más allá de lo médico e hizo un tratado de cosmética femenina. Sus obras fueron: "De passionibus mulierum ante in e post partum", o Trotula Mayor, (las enfermedades de las mujeres antes y después del parto) "De Ornatu Mulierum" (sobre la cosmética femenina), o Trótula Menor y "Practica Secundum Trocta" (práctica médica según Trótula). Hoy en día existe una controversia acerca de la autoría de los tratados menores, como el de cosmética, pero de todas formas se hallan reunidos bajo el título "Trótula", aunque muchos historiadores piensan que son trabajos independientes agrupados bajo el nombre de la famosa Magistra Mulier Sapiens (la sabia profesora). El tratado fue traducido íntegramente a linglés en 2001 por Monica Green.

En "De Ornatu Mulierum", obra muy consultada en la época y en los siglos posteriores, se le da importancia a la belleza física como signo de salud corporal y armonía con el universo. A diferencia de otros tratados de la época, éste no incluye plegarias, hechizos, astrología, ni ninguna forma de superstición. Sus métodos cosméticos están basados en el uso de especies vegetales, dado que la Escuela de Salerno tenía un jardín con 300 especies curativas llamado "El Jardín de Minerva", y en el uso de grasas animales. Por este motivo los productos cosméticos eran mucho más grasosos que los actuales, pero esto a su vez permitía una mayor permanencia en la piel. De todas las especies vegetales recomendadas por el tratado, la mayoría aún son de uso corriente en la industria cosmetológica actual. Y otros elementos recomendados por Trótula, como el mercurio, hoy están prohibidos.

 

RECETAS RECOMENDADAS EN "DE ORNATU MULIERUM" PARA EL CUIDADO DEL CABELLO:

PARA TEÑIR EL CABELLO DE RUBIO:

1) Tomar la cáscara de una nuez y la corteza del nogal y hervirlas en agua. Con esta agua mezclar alumbre y manzanas de roble (excrecencia de color negro que se produce en el arbol por picaduras de insectos), y con estas cosas mezcladas embadurnar el pelo (habiéndolo previamente lavado), poniendo sobre el pelo hojas y sujetándolas con una venda, por 2 días. Luego peinarlo bien, de modo que cualquier exceso sea removido. A continuación poner un colorante hecho de: azafrán, sangre de drago y henna. Dejar a la mujer reposar por 3 días y al 4º día lavar el pelo con agua caliente. Y el color no será fácilmente removido.

2) Pulverizar hojas y raíces de una col y mezclarlas con ralladuras de marfil, y dará un amarillo puro. Con el polvo obtenido lavarse el cabello y quedará dorado.

PARA ACLARAR EL COLOR DEL CABELLO:

-Luego de salir del baño, lavarse el cabello con un limpiador que se prepara con los siguientes ingredientes: cenizas de hojas de parra, paja de cebada, regaliz, y pan porcino (ciclamen de hojas rosadas). Hervir la paja de cebada y el ciclamen en agua. En un pote con dos o tres pequeños agujeros en su base, poner la cebada, las cenizas y el ciclamen. Verter encima el agua en la cual fueron hervidas la cebada y el ciclamen, la cual drenará por los agujeros de la base. Con el producto obtenido, lavarse la cabeza, y dejarla secar sola. El pelo quedará dorado y brillante.

PARA TEÑIR EL CABELLO DE NEGRO:

-Primero, aplicar un ungüento hecho hirviendo en aceite una lagartija verde sin la cabeza y la cola. Luego, tomar manzanas de roble, calentarlas en aceite, pulverizarlas, y mezclar con vinagre y un ingrediente ennegrecedor proveniente de la Galia.

PARA FAVORECER EL CRECIMIENTO CAPILAR:

-Calentar pan de cebada, sal, y grasa de oso. El cabello se hará más grueso y tomará textura consistente untándolo con una mezcla de corteza de olmo, agrimonia, raíces de sauce, aceite de semillas de lino, verbenas, y raíz de caña vegetal, todo hervido en leche de cabra.

 

Lo realmente interesante de De Ornatu Mulierum es que todas estas fórmulas y recetas para el cabello, por supuesto, funcionan y muy bien. Si analizamos la receta de arriba para teñir el cabello de rubio, veremos que primero están haciendo un proceso de decoloración con un compuesto fuertemente astringente: nueces y alumbre; las manzanas de roble aportan ácido tánico que ayuda a la decoloración, y además es antibacterial, antienzimático y astringente. Según las proporciones del colorante, luego, (henna, sangre de drago y azafrán) se puede obtener desde un dorado anaranjado hasta un color frambuesa. Y lo que es más interesante, sin dañar casi nada el cabello. Estas fórmulas son producto de una investigación de siglos, en talleres alquímicos, y fruto de innumerables experimentaciones.

En este antiguo tratado se creía que la seborrea y la caspa eran producidas por gusanos que crecían bajo el cuero cabelludo, y para eliminarlos se recomendaba lavarse el cabello con vinagre, agua de romero, ortigas, menta, tomillo y otras hierbas. Lo cual, de todas maneras, favorecía la higiene capilar y la salud del cuero cabelludo.

De Ornatu Mulierum tuvo más de 100 copias manuscritas circulando por toda Europa por varios siglos.

Como el Renacimiento fue una época de una verdadera revolución intelectual, cultural, filosófica y religiosa, dio lugar también a un cambio en las costumbres y los cabellos y peinados de la gente reflejaron de alguna manera esa transición a una mayor independencia de pensamiento. Es un período históricamente clasificado que abarca desde el siglo XV hasta entrado el siglo XVII. Hay un renacer de la cultura y del arte, y un reencuentro con las antiguas culturas latina y griega. Es una época de grandes pintores, escultores, filósofos, científicos y líderes religiosos como Martin Lutero y Calvino.

Las mujeres comienzan a mostrar más el cabello, pues al difundirse el protestantismo, especialmente en Inglaterra y Holanda, afloja la presión de la Iglesia Católica y del Papa de Roma. Hay más libertad en las costumbres que durante el medioevo, y los hombres pueden elegir entre usar o no barba y bigotes, o un cabello largo hasta la nuca o más corto. Las mujeres siguen haciendo énfasis, como en el período anterior, en mostrar la frente completa, sin pelo que la cubra. Y prefieren peinados altos, adornados con cintas o joyas y piedras preciosas. En Inglaterra, la reina Isabel I pone de moda un estilo de cabello pelirrojo -que era el natural de ella- y peinados altos, con la frente muy expuesta. Su prima María Estuardo, reina de Escocia, usa un estilo de cabello levantado en forma de corazón. Los estilos de cabello de las reinas influyen, por supuesto, en la población en general.

En el cuadro del pintor Antonio Van Dyck de 1620 donde está retratado él y su familia, a la derecha, podemos ver un típico estilo de la gente de la época renacentista. Y en el detalle de la obra de Rembrandt "La Lección de Anatomía", de 1632, a la izquierda, otro estilo costumbrista de la moda masculina del año 1632 en Holanda.

 

Los hombres usaban por lo general una barba corta, y la cuidaban mucho: la untaban con cera o pomadas y por la noche la sujetaban con un armazón de madera para que conservara su forma. La leyenda dice que este estilo lo puso de moda el rey Francisco I de Francia, quien un día quemó la punta de sus cabellos largos con una antorcha, y a partir de ese momento sus súbditos comenzaron a usar el pelo de la cabeza y de la barba más cortos. Cerca de 1650, el Rey Sol, Louis XIV de Francia, (1643-1715) puso de moda el pelo largo y con rulos gruesos, lo que se empezó a usar con pelucas. A partir de entonces, y durante todo el siglo XVII y el XVIII, los hombres comenzaron la moda de las pelucas, que luego se transformaron en casi obligatorias para cualquier hombre normal. Esto a su vez generó un nuevo trabajo para los "peluqueros", es decir, los diseñadores y fabricantes de pelucas.

ESTILOS DE CABELLO MASCULINOS DEL RENACIMIENTO:

En Venecia, para teñirse el cabello (preferentemente de rubio), las mujeres se aplicaban distintas fórmulas y después exponían la cabeza al sol durante varias horas, usando un sombrero especial (sin tope) que llamaban solana. Esto era todo un rito que suponía un sacrificio para el embellecimiento. No está claro qué papel jugaba la exposición prolongada al sol, dado que la mayoría de las fórmulas para coloración del pelo eran a base de lejías y productos astringentes, es decir, que se supone que sin exponerse al sol funcionarían lo mismo, pero la ceremonia de estar sentadas bajo el sol igual se cumplía.

ESTILOS DE CABELLOS FEMENINOS DEL RENACIMIENTO:

 

LOS ELIXIRES DE NOSTRADAMUS, por Michel de Nostradamus, año 1550:

1a. Parte, Capítulo XXIV: De cómo hacer el cabello rubio dorado, no importa cuán negro o blanco sea , haciéndolo amarillo pálido sin perder su color por mucho tiempo, reteniéndolo en su integridad, y haciéndolo crecer de una manera que ese color esté bajo la raíz, como si fuera su verdadero color.


Tomar una libra de ramitas de la madera llamada fustete, pulverizarla hasta tener un polvo fino, media libra de cortezas de bojes , cuatro onzas de regaliz fresco, cuatro onzas de cáscara de frutas amarillo-anaranjada buena y seca, cuatro onzas de raíz de celidonia y papáveras, dos onzas de hojas y flores de amapolas, media onza de azafrán, y media libra de pasta hecha de harina de trigo.
Hervir todo en una lejía hecha de media libra de cenizas y verter todo con un cernidor.
A continuación, tomar una jarra o una maceta grande, y hacer 10 ó 12 pequeños agujeros en su base.
Entonces después tomar iguales cantidades de ceniza sagrada [?] y cenizas de madera molida y ponerlas en un mortero de madera grande o algo por el estilo, como mejor les parezca, y rociarlas con la mencionada preparación mientras se muele todo machacándolo vigorosamente por una buena parte del día..
Continuar moliendo hasta que la ceniza esté bien sólida, y mientras se la muele agregar un poco de paja de centeno, moliéndolo continuamente de modo que se impregne bien de la preparación.
Entonces tomar las cenizas molidas y ponerlas en la jarra, y en cada uno de los agujeros de la base colocar una ramita de paja de centeno de modo tal que sobresalga al exterior y hacer capas alternativas de paja y cenizas hasta que la jarra esté llena, pero dejando un espacio libre para el resto del brebaje.
Después, al anochecer, posicionar otra jarra de modo de recoger la lejía que gotea de los agujeros a través de las ramitas de paja de centeno. Cuando se quiera usar a la mañana, ir y ver todo lo que se ha acumulado, absorberlo con una esponja y aplicarlo al cabello.
Y al final del tercer o cuarto día el cabello habrá quedado rubio dorado como un ducado de oro (moneda).
Pero antes de ponerlo en el cabello, lavarlo con una buena lejía, porque si estuviera graso no se teñirá tan fácilmente.
Y debe entenderse que los contenidos de esta receta servirán para uno o dos años, y serán suficientes, si se usan adecuadamente, para las necesidades de diez o doce mujeres, porque sólo un poco de este brebaje es suficiente para colorear el pelo rápida y fácilmente, y no habrá necesidad de lavarlo con otra cosa más que con ésto, para que el cabello de una mujer que haya sido negro como el carbón se vuelva rápidamente rubio, y por un largo período de tiempo.

 

   

 

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